miércoles, 21 de diciembre de 2011

Todos sobre el Renacimiento












Renacimiento

Es una época de renacer, de la edad media a la Edad Moderna, que se sitúa en los siglos XV y XVI. Su inspiración dominante fue el humanismo; la especulación metafísica y la preocupación exclusiva por la salvación del alma cedieron a un nuevo interés por el hombre mismo, y a un nuevo concepto de éste como ser racional, sensitivo y dotado de voluntad, que tenía derecho a gozar de los bienes terrenales, el redescubrimiento de los clásicos griegos y latinos hizo valorar cuanto habían alcanzado en las letras, las artes y las ciencias las civilizaciones anteriores al cristianismo, y fue estímulo para el ansia de creación y emancipación intelectual de la época; los ideales religiosos medievales (monaquismo, ascetismo) fueron duramente criticados; Se exaltó en cambio el individualismo, la autosuficiencia, y sobre todo él <>, el desarrollo completo de la personalidad, tanto en lo físico como en lo intelectual; aparecieron figuras extraordinarias como Leonardo da Vinci, a la vez, pintor, escultor, arquitecto, poeta, ingeniero y pensador; el deseo de saber no se limitó a libros de estudio escritos en latín, y para satisfacerlo empezaron a escribirse las lenguas vernáculas; cristalizaron así varios idiomas modernos en sus formas definitivas, con escritores representativos como Ariosto, Tasso y Maquiavelo, en Italia; Vives, Gracilazo y Cervantes, en España; Gil Vicente y Camóens, en Portugal; Rabelais, Montaigne y Ronsard, en Francia; Spenser, Marlowe y Shakespeare, en Inglaterra; Erasmo, en Holanda, Lutero, en Alemania. El arte se transformó, aunque siguió en parte al servicio del ideal cristiano, se paganizó en espontánea alabanza de la belleza del mundo y del hombre; alcanzaron un florecimiento sin igual la pintura (Leandro, Miguel Ángel, Rafael, Tiziano, Morales, El Greco, Durero, Holbein, van Erick), la arquitectura (Brunelleschi, Bramante, Berinini, Palladio, Lorenzo Vázquez, Alonso de Covarrubias, de I'Orme, Lescot, Wren, Jones) y la escultura (Miguel Ángel, Donatello, Ghiberti, Verrochio, Della Robbia, Sansovino, Berruguete), lo mismo que las artes menores, como la orfebrería, joyería, tapicería, grabado, cerámica, etc., y se tuvo un aprecio muy elevado de la industria y la artesanía. En lo científico, se revivieron los conocimientos antiguos en matemáticos, astronomía, física y medicina; la imprenta permitió una amplia difusión de las ideas; los descubrimientos marítimos ampliaron la geografía; Copérnico, Kepler y Galileo fundaron la astronomía moderna, mientras que Francis Bacón y René Descartes expusieron el método científico experimental; los primeros centros del Renacimiento fueron las ricas ciudades del norte de Italia, con cuya cultura tomaron contacto directo los demás pueblos de Europa en virtud de las expediciones militares del siglo XVI; los reyes franceses, españoles e ingleses llevaron a sus respectivos países a los más eminentes pintores, escultores y arquitectos italianos. Además de esta influencia, en cada país el Renacimiento se desarrolló con características nacionales propias; en Alemania y Holanda, el humanismo tomó un rumbo muy distinto del culto de la belleza y la alegría de vivir de Italia: se inclinó más bien al comercio, la industria y la interpretación personal de la Biblia que desembocó en la reforma y en el rompimiento con la Iglesia Católica. Contribuyeron al renacimiento circunstancias diversas, entre las cuales se anotan; el aumento de la población urbana y la acumulación de riqueza en las ciudades; la secularización del papado bajo Alejandro VI; la decadencia del sistema feudal y la consolidación de los primeros Estados modernos como España, Francia e Inglaterra, la desaparición del Imperio de Oriente al caer Constantinopla en poder de los turcos (1453); Una serie de inventos importantes como la imprenta (1440 - 50), el papel de imprimir, la pólvora, la brújula, el velamen móvil. El descubrimiento de América y las exploraciones marítimas en ambos mundos los convirtieron en movimiento universal.



La nueva ciencia

Muchas de las cosas que sabemos sobre los objetos de la naturaleza y sobre el funcionamiento del cuerpo humano fueron descubiertos por decenas de científicos que trabajaron entre 1450 y 1650. Ahora aprendemos en la escuela que el sistema solar existe, que la Tierra gira sobre sí misma o que la sangre circula en nuestro cuerpo impulsada por el corazón. Esas ideas parecen tan sencillas, que es difícil imaginar que hace 500 años eran desconocidos para el hombre.

Los estudios de aquella época no sólo hicieron muchos descubrimientos. También aprendieron cómo se debe trabajar un científico para entender los problemas que le interesan y para encontrarles explicaciones razonables. Se dieron cuenta de lo importante que es observar con cuidado y medir con precisión, imaginar soluciones y ponerlas a prueba por todos los medios, entre ellos los experimentos.

Gracias a estos estudios aprendimos que un científico sólo sostiene lo que ha investigado y le parece verdadero, pero que está dispuesto a modificar sus ideas si la realidad le demuestra que está equivocado.

La curiosidad y la inteligencia de aquellos hombres abarcaron todos los campos. Estudiaron a los animales, a las plantas y a las sustancias que existen en la naturaleza. Hicieron avanzar las matemáticas e inventaron los primeros instrumentos de observación, como el telescopio. Pero entre todos sus descubrimientos, tal vez los más notables fueron entender los movimientos de la Tierra y conocer cómo es por dentro el cuerpo humano.

Fue un astrónomo nacido en Polonia, llamado Nicolás Copérnico, quien afirmó a mediados del siglo XVI que la Tierra no es el centro del Universo, sino que gira en torno al Sol. Años más tarde Juan Kepler descubrió cómo se mueven los planetas y Galileo Galilei, utilizando un telescopio que él mismo construyó, observó la superficie de los planetas y encontró que varios de éstos, como Júpiter, tenían también satélites.

El conocimiento del cuerpo humano tuvo un gran avance gracias a los investigadores médicos, que se atrevieron a hacer disecciones en cadáveres, lo cual estaba prohibido por la iglesia y era

considerado un acto de brujería. De todos estos médicos, el más notable fue Andrés Vesalio, quien hizo cientos de disecciones y estudió cuidadosamente cada músculo, hueso y órgano del cuerpo humano. El mismo dibujó las láminas de ana-

tomía del libro que se imprimió en 1543, y que tal vez sea la más influyente obra de medicina que se ha escrito.

Muchos de los científicos de esta época, además de su talento y su imaginación, tuvieron una gran valentía personal. Arriesgaban su seguridad y su prestigio al sostener ideas contrarias a las admitidas por la iglesia y por los especialistas. Tampoco tenían miedo a ser ridiculizados o considerados locos por las gentes de su tiempo.



Hubo un nuevo método científico que fue una condición necesaria para toda la evolución técnica que tuvo lugar después del Renacimiento. Que consistía ante todo en investigar la naturaleza con los propios sentidos.



Pero en 1543 salió un librito que se llamaba Sobre las revoluciones de los orbes celestes, escrito por el astrónomo polaco Copérnico, que murió el mismo día que salió el libro. Copérnico sostuvo que no era el sol el que giraba en órbita alrededor de la Tierra, sino al revés. Opinaba que esto era posible basándonos en las observaciones de que se disponían sobre los astros. El que los hombres hubieran pensado que el sol se movía en una órbita alrededor de la Tierra se debía simplemente a que la Tierra gira alrededor de su propio eje.



A principios del siglo XVLL el astrónomo alemán Johannes Kepler presentó los resultados de unas extensas observaciones que demostraban que los planetas recorren órbitas elípticas, con el sol uno de los focos. También dijo que la velocidad de los planetas se mueve más lentamente cuanto más lejos del sol se encuentra su órbita. Kepler fue el primero en opinar que la Tierra es un planeta en igualdad con los demás planetas. Subrayó además que regían las mismas leyes físicas en todo el universo.



Galileo Galilen también él observaba los astros con telescopio. Estudió

los cráteres de la luna e hizo ver que ésta tenía montañas y valles como la Tierra. Galileo descubrió además que el planeta Júpiter tenía cuatro lunas. No obstante, lo más importante de todo lo que hizo Galileo fue

formular la llamada ley de inercia.



Luego llegó el físico ingles Isaac Newton, que vivió de 1642 a 1727. Él fue quien aportó la descripción definitiva del sistema solar y de los movimientos de los planetas. No sólo explicó como se mueven los planetas alrededor del Sol, sino que también pudo explicar con exactitud por que se mueven así. Lo pudo hacer utilizando, entre otras cosas, lo que llamamos dinámica de Galileo.



Newton formuló lo que llamamos ley de la gravitación universal, esta ley dice que cualquier objeto atrae a cualquier otro objeto con una fuerza que aumenta cuanto más grandes sean los objetos y que disminuye cuanto más distancia haya entre los objetos.



Un rasgo típicamente renacentista en él era el énfasis que ponía en el individuo y en la relación personal del individuo con Dios. A los 35 años Lutero aprendió griego y comenzó la dificultosa labor de traducir la Biblia al alemán. El paso del latín a la lengua popular también fue típico del Renacimiento. Pero Lutero no era renacentista como lo fueron Ficino o Leonardo da Vinci. También fue refutado por humanistas como Erasmo de Rótterdam porque opinaban que Lutero tenía un concepto demasiado negativo del ser humano, que estaba convencido de que el hombre había quedado totalmente destruido tras el pecado original. El hombre puede legitimarse únicamente por la gracia de Dios. Porque la suerte del pecado es la muerte.



Filosofía

La filosofía y la ciencia se iban desprendiendo cada vez más de la teología de la iglesia, lo cual, por otra parte, contribuyó que la fe tuviera una relación más libre con la razón. Cada vez había más voces que decían que no nos podemos acercar a Dios por medio de la razón, porque Dios es de todos modos inconcebible para el pensamiento. Lo más importante para el hombre no era comprender el misterio cristiano, sino someterse a la voluntad de Dios.



El hecho de que la fe y la ciencia tuvieran una relación más libre entre ellas dio paso a un nuevo método científico y también a un nuevo fervor religioso.

La filosofía griega se desprendió de una visión mítica del mundo que iba asociada a la cultura campesina. De esa manera los burgueses del Renacimiento comenzaron a emanciparse de los señores feudales y del poder de la iglesia.



Los humanistas renacentistas tuvieron una nueva fe en el ser humano y en el valor del ser humano, algo que contrastaba fuertemente con el énfasis que había puesto siempre la Edad Media en la naturaleza pecaminosa del hombre. Ahora se consideraba al ser humano como algo grande valioso. Una de las figuras principales del Renacimiento se llamó Ficino. Los humanistas del Renacimiento pusieron al propio ser humano como punto de partida en todo lo que pensaban y hacían.



La naturaleza fue considerada como algo positivo. Muchos pensaban que Dios estaba presente en la Creación. Es infinito, y por tanto también debe estar en todas partes. Tal interpretación se llama panteísmo. Los filósofos medievales habían subrayado ese enorme abismo que existía entre Dios y sé Creación. Ahora se decía que la naturaleza era divina, o más aún, que era una <>.



Pero durante el Renacimiento también floreció lo que podemos llamar él <>, y con eso quiero decir un poder eclesiástico y estatal autoritarios.



El Renacimiento también dio lugar a una <>. A medida que la filosofía y la ciencia se iban independizando de la teología, iba surgiendo una nueva devoción cristiana. Y luego llegó el Renacimiento con su visión individualista del hombre, que también tuvo sus repercusiones en la vida de la fe.



La relación del individuo con Dios se volvía ahora mucho más importante que la relación con la Iglesia como organización.





Arte del Renacimiento

Surgió en la Italia del siglo XV (Quattrocento), al mismo tiempo que los navegantes y exploradores recorrían por vez primera nuestro planeta, los artistas de Europa encontraban formas de expresar sus ideas sobre la belleza y sobre la vida humana.

A esta época del arte se le llama Renacimiento, porque los pintores y escultores, los arquitectos y escritores querían recuperar la libertad y la calidad alcanzadas por el arte de los griegos y los romanos, que descubría de nuevas las fuentes clásicas y reaccionaba contra el estilo gótico, y que ya agotado en la época, el Renacimiento se extendió a todo el occidente de Europa, donde predominó durante dos siglos. En el arte se caracterizó por la liberación casi absoluta del artista y él respecto de las formas y los cánones clásicos.

El renacimiento se desarrolló primero en las ciudades italianas, como Florencia, Venecia y Roma se inmortalizaron Leonardo de Vinci, Rafael, Miguel Ángel, Cellini, el Tiziano, Durero, Van Eyck, Holbein el Joven, etc. En ellas, los nobles, los comerciantes ricos y los jefes de las iglesias, entusiasmados con las nuevas formas del arte, pedían a los artistas la realización de grandes obras y les proporcionaban los recursos necesarios. Los artistas encontraban así una forma de ganarse la vida decorosamente, dedicados a lo que más les importaba en la vida.

Tiempo después, el Renacimiento se extendió a las prósperas ciudades marítimas del norte de Europa, así como a Inglaterra, Francia y España. Nunca antes, en tantos lugares distintos, habían alcanzado las artes un florecimiento tan variado y original.

En Francia, el Renacimiento tuvo gran repercusión: la arquitectura se orientó hacia un vigoroso clasicismo, brilló la escultura (Goujon, Pilon) y floreció una forma nueva de pintura ( Escuela de Fontainebleau ). En España, donde el Renacimiento coincide con el resurgir nacional que imprimió al país el reinado de los Reyes Católicos, las aportaciones italianas, sumadas a la manera mudéjar, originaron el estilo <>, en el que se distinguieron los arquitectos Juan Guas y Enrique de Egas. Durante el reinado de Carlos I alcanzaron gran esplendor la arquitectura (Alonso Covarrubias, Pedro Machuca) y la escultura ( Diego de Siloé, Alonso Berruguete). La influencia italiana, matizada, acabó no obstante por predominar en la época de Felipe II e influyó decisivamente en la arquitectura ( Juan de Herrera, arquitecto de El Escorial, Juan Bautista de Toledo), la pintura y la escultura ( Juan de Juanes, Alejo Fernández, Pedro Berruguete, Luis de Vargas, Luis de Vargas, Luis Morales, etc.) .

Al mismo tiempo que el plateresco en España, y originado de modo semejante, apareció en Portugal el estilo << manuelino >> (Batalha, Belem, Coimbra), que fue italianizándose paulatinamente a partir de siglo XVI.

Los artistas del renacimiento crearon dos tipos principales de obras: una pertenecen a las artes visuales, como la pintura, la escultura y la arquitectura; otras son obras de literatura, como la poesía, la narración y el teatro. En las artes visuales se utilizaron muchos medios distintos: un dibujo en papel o un pequeño retrato pintado sobre una tabla, estatuas de bronce y mármol, o deslumbrantes construcciones en las que se combinaban la belleza de la arquitectura, pinturas realizadas en paredes y techos y complicados trabajos de escultura.

La nueva literatura también tuvo múltiples formas; la poesía con temas amorosos o religiosos, la narración cómica o trágica y el teatro, que se volvió un espectáculo de gran popularidad, en el que se representaban todos los sentimientos y problemas de la vida humana.

La literatura del Renacimiento tuvo una fuerte influencia en la evolución de las lenguas habladas en Europa, porque en las obras más importantes se encontraba un modelo del uso de la gramática, del vocabulario y del estilo de escribir. Esas lenguas, como el español, siguieron cambiando, pero a diferencia de lo que sucede con obras más antiguas como el Poema del Mío Cid, uno puede entender sin grandes dificultades los escritos de la época del Renacimiento.



Música

En la época del Renacimiento entre los siglos XV y XVI, la música empieza a tener gran claridad que la lleva a difundirse hacia todos los ámbitos de la gente del pueblo. Surgen en esta época unos personajes que se encargan de difundir la música, conocimiento, inventos y noticias que ocurren en un lugar y lo llevan a otro. Estos personajes fueron llamados trovadores por la forma errante de vivir y que gracias a estos trovadores la música llega a muchos pueblos. La forma musical más importante del renacimiento se llama Polifonía, que significa:

Polis: muchos y Fono: sonidos. Esta forma musical tuvo tal importancia que la iglesia la adopto y tuvo que cambiar los coros a 2, 4, 8 y hasta 16 voces , ya que la polifonía implicaba el uso de 2 o más melodías.

Los músicos más importantes de esta época son:

Tomás Luis de Victoria: Fue un música español nació en 1549, él compuso Ovos amnes, Ave María, etc.

Grovanni Pierluigi de Elestina: Fue un Italiano, que compuso las siguientes obras: La Misa del papa Marcelo, La mentáciones.



Política y Economía

Hacía finales de la Edad Media habían surgido ciudades con emperadores artesanos y comerciantes con nuevas mercancías, con economía monetaria y banca. Así emergió una burguesía que fue desarrollando una cierta libertad con relación a los conocimientos de la naturaleza. Las necesidades vitales se convirtieron en algo que se podía comprar con dinero.



La apertura técnica que se inició en el Renacimiento derivó hacia telares mecánicos y desempleo, medicinas y nuevas enfermedades, una mayor eficacia de la agricultura y un empobrecimiento de la naturaleza, electrodomésticos como lavadoras y frigoríficos, pero también contaminación y basuras.



Renacimiento y la era de los descubrimientos

Esta es una de cambios muy profundos y rápida: los 200 años que transcurren entre 1450 y 1650. En esos dos siglos, la ambición, la curiosidad y el ingenio de los seres humanos dieron origen a los grandes descubrimientos geográficos, a la invención de la imprenta, al crecimiento de las ciudades, al renacimiento de las artes, el desarrollo de las formas modernas de la investigación científica y a la formación de poderosas naciones europeas como España, Portugal, Inglaterra y Francia.

Estas transformaciones convirtieron a Europa en el continente más poderoso y avanzado del mundo. Algunas viejas civilizaciones, como China y Japón, se aislaron dentro de sus fronteras y evitaron durante algún tiempo la penetración europea. En otras regiones, en cambio, el arribo de los hombres y las técnicas de Europa representó un choque terrible, pues se convirtieron en colonias de las nuevas potencias. Ese fue el caso de las grandes civilizaciones de América y de algunas regiones de África, Asia y Oceanía.



El comercio y el desarrollo de las ciudades

Una de las consecuencias de las Cruzadas fue el establecimiento de un próspero comercio desde el Oriente hacia Europa. Las especias, como se llama desde entonces a la pimienta, el clavo y la canela, así como la seda y la cerámica, llegaban a Constantinopla y Alejandría y desde ahí eran distribuidos por los ricos comerciantes de las ciudades italianas como Génova y Venecia.

El comercio también se desarrolló entre distintas regiones de Europa. Los cereales, el vino, la madera, las telas y los artículos de hierro eran transportados por mar, por los ríos navegables y por los caminos terrestres que se multiplicaron, aunque todavía eran malos e inseguros.

Las ciudades crecieron como consecuencia del comercio y de las actividades industriales, que se realizaban en talleres o en las casas de los artesanos, pues aún no existían las fábricas.

En las ciudades se formó un nuevo grupo social, integrado por comerciantes, fabricantes, prestamistas, médicos y otros especialistas.

Con el tiempo, este tipo de personas adquirió poder y riqueza y empezó a luchar contra los privilegios de la nobleza. Debido a que a las ciudades se les llamaba burgos, a los miembros de este grupo se les denominó burgueses.



Los problemas del comercio

El comercio con Oriente tuvo grandes problemas en el siglo XV. El imperio Mongol había protegido a los comerciantes, pero cuando éste se desintegró las rutas terrestres se hicieron muy peligrosas.

Además, en Asia Menor se había Fortalecido un pueblo guerrero de religión musulmana: los turcos otomanos. En 1453 los turcos se apoderaron de Constantinopla. La hicieron su capital y cambiaron su nombre por el de Estambul. El viejo y debilitado imperio de Bizancio había llegado a su fin y se cerraba la principal vía de paso entre Europa y Oriente. Los europeos necesitaban encontrar un nuevo camino hacia India y China, y se empezaron a hacer nuevos viajes tratando de encontrar caminos.





En busca de nuevas rutas

En 1096 a 1292, en Europa se organizaron ocho expediciones contra los musulmanes, llamadas cruzadas. Las inspiró el deseo de que Tierra Santa, la región donde vivió Cristo, estuvieran en poder de los cristianos. Pero estas luchas tenían también motivos económicos.

Los españoles tenían en la Reconquista su propia cruzada. Isabel, reina de Castilla, se casó con Fernando, el rey de Aragón ( los Reyes Católicos), y sus reinos unidos fueron los más poderosos de la península. Para entonces ya existía el reino de Portugal. Cuando comenzaron a gobernar los Reyes Católicos, los musulmanes habían perdido mucho terreno.

Las guerras contra los musulmanes y el deseo de encontrar rutas hacia el Oriente más rápidas y seguras animaron las exploraciones marítimas europeas. Entre los mejores navegantes figuraban los italianos y los portugueses. A partir del siglo XV, estos últimos comenzaron a navegar por las costas de África en busca de esclavos negros y productos valiosos, como el marfil.

El navegante portugués Bartolomé Días llegó al extremo sur de África y lo llamó Cabo de Buena Esperanza. Al regresar, en 1493, supo que el año anterior Colón había llegado a la India cruzando el Atlántico. ( En realidad había llegado a América, pero entonces nadie sabía que ése era un nuevo continente.)



Cristóbal Colón

Cristóbal Colón (1451 - 1506) era un marino genovés que conocía muy bien las rutas del Mediterráneo y de la costa oriental del Atlántico. Entonces ya se sabía que la Tierra es redonda y Colón estaba seguro de que si navegaba hacia el occidente llegaría a la India.

En 1492, los Reyes católicos tomaron Granada, el último reino musulmán en España. Terminaron así la reconquista y por fin apoyaron a Colón, que llevaba muchos años pidiendo ayuda.

Querían seguir con su cruzada, convirtiendo infieles (como llamaban a quienes no eran cristianos) del otro lado del mar. También querían riquezas; oro, en especial.

En los viajes de exploración y conquista se mezclaban la urgencia de convertir al cristianismo a los infieles, el espíritu de aventura y el deseo de conseguir riquezas. Algunos negociantes se dedicaban a organizarlos y esperaban obtener ganancias.

El 3 de agosto de 1492, las naves de Colón (la Niña, la Pinta y la Santa María) zarparon del puerto de Pelos. El 12 de octubre, llegaron a una isla en la Bahamas. Colón la nombró San Salvador. En ese viaje llegaron también a Cuba y a la isla de Haití, que Colón llamó La Española.

A su regreso, Colón deslumbró a la Corte de lo Reyes Católicos con los maravillosos objetos, animales y seres humanos que traía del otro lado del mar, y con sus relatos de riquezas fabulosas. Isabel y Fernando decidieron financiar un segundo viaje a las Indias, como llamaban los europeos a América. Esa vez Colón llevó quince barcos, con más de mil hombres ansiosos por hacer fortuna.

Consecuencias del viaje de Colón:

Colón creyó que había llegado al Asia. Quizá nunca sospechó que había logrado el encuentro de dos mundos: el antiguo (Europa, África y Asia) y el nuevo, que se llamaría América. En adelante quedarían comunicadas estas dos partes de Tierra, que habían permanecido separadas durante milenios. Entrarían en contacto sociedades distintas y las influencias mutuas cambiarían sus formas de vida.

El encuentro fue terrible para los habitantes del Nuevo Mundo. Los europeos se apropiaron de las tierras y obligaron a los indígenas a trabajar en minas, en la construcción y en las haciendas. Les impulsaron una religión y una forma de vida nuevas. Cuando podían acusarlos de rebeldía o de rechazar el cristianismo, se sentían con derecho a esclavizarlos. Además, con ellos llegaron enfermedades como la viruela, el tifo, la difteria y el sarampión, contra las cuales los americanos no tenían defensas.

Todo esto provocó que muchos naturales ( como llamaron a los indígenas) murieran. En los primeros veinticinco años de ocupación española, la población de las Antillas casi desapareció. España y Portugal explotaron los recursos de América. Después harían lo mismo otras naciones de Europa.

En 1502, durante su cuarto y último viaje a América, cuando navegaba por el golfo de Honduras, Colón se encontró con unos mercaderes que iban en una canoa a un lugar llamado Maya. No quiso seguirlos: rechazó, sin saberlo, una invitación a lo que ahora es una parte de México: Yucatán, que es tierra de los mayas.



La conquista de México

Los españoles ocuparon primero las Antillas, y a partir de estas islas armaron expediciones para explorar el continente. Especialmente a partir explorar el continente. Especialmente a partir de Santo Domingo y de Cuba, que fueron ocupadas por los españoles antes de 1514.

Las expediciones eran pagadas por los propios capitanes y soldados, que las veían como negocio y como aventura. De las ganancias, cada uno recibía la parte proporcional a lo que había puesto. Todos querían hacerse ricos.

Debían bautizar infieles, tomar posesión de las tierras en nombre del rey de España y pagarle, como tributo, la quinta parte de lo que ganaran. Como sucedía con los mexicas, entre los españoles el poder político y el religioso estaban estrechamente ligados.

Expediciones organizadas por Diego Velásquez, gobernador de Cuba, llegaron a Yucatán: hallaron ciudades más ricas que las antillanas. El gobernador Velásquez preparó otra expedición y la puso bajo mando de Hernán Cortés.

Después se arrepintió y quiso detenerlo, pero Cortés partió desobedeciendo sus órdenes.



Las alianzas de Cortés

En febrero de 1519, Cortés salió de Cuba con once y casi 700 soldados. En Yucatán recogió a Jerónimo de Aguilar, quien había naufragado y vivía como sirviente de un cacique maya; hablaba maya y español, y fue muy útil como intérprete.

En el río Grijalva, en el actual Tabasco, los españoles combatieron con los indígenas. Al hacer las paces los nativos les regalaron veinte muchachas. Una de ellas, Malintzin, fue bautizada como Marina y llamada con respeto la Malinche. Malintzin hablaba náhuatl y maya. Pronto aprendió español. Era muy inteligente. Fue intérprete, consejera y compañera de Cortés. Tuvieron un hijo que se llamó Martín.

Al llegar a lo que hoy es el estado de Veracruz, Cortés se dio cuenta que los mexicas eran tan poderosos como odiados. El señor de Cempoala, a quien llamaron el Cacique Gordo, le dijo que le ayudaría a combatir contra Tenochtitlan. Q partir de ese momento, Cortés contó con aliados indígenas. Los señoríos mesoamericanos tenían una larga historia de luchas entre ellos y Cortés aprovechó sus rivalidades.



De Veracruz A Tenochtitlan

Cortés fundó la Rica Villa de la Vera Cruz. El Ayuntamiento de la ciudad (nombrado por el propio Cortés), que según las leyes españolas tenía poderes superiores a los de un gobernador, porque dependía directamente del rey, le dio el mando de la expedición. Así ya no dependía de Diego Velásquez.

En esos días llegaron unos enviados de Moctezuma, quien creía que el capitán español era el dios Quetzalcóatl que había regresado para recuperar su reino, según una antigua profecía. El hueitlatoani le envió a Cortés las vestimentas de Quetzalcóatl hechas de oro, plumas y piedras preciosas, para que se detuviera. Pero los tesoros convencieron a Cortés de que debía llegar a Tenochtitlan. Para que ninguno de sus hombres pudiera negarse a seguirlo, inutilizó sus naves.

Con la mitad de sus hombres y numerosos aliado, Cortés salió hacia Tenochtitlan. A medio camino, legaron a Tlaxcala, donde sostuvieron un combate. Pero luego establecieron con las tlaxcaltecas una alianza definitiva. Después se detuvieron en Cholula, donde atacaron por sorpresa y mataron a muchos de sus habitantes. Cortés dijo que lo había hecho porque querían prepararle una emboscada. O quizá quiso asustar a los mexicas.

Finalmente, Cortés y sus hombres contemplaron, desde el paso que lleva su nombre, entre el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, el valle de México y el espejo de sus lagos Cuando llegaron a Tenochtitlan, su belleza los deslumbró.



En la ciudad de Moctezuma


Moctezuma los aposentó en el palacio de Axayácatl, su padre. Días después, con el pretexto de que los españoles en Veracruz habían sido atacados, Cortés lo tomó preso y dominó la ciudad. Luego encarceló a otros nobles, para dejar sin jefes a los mexicas.

Mientras tanto, a Veracruz llegó una expedición enviada por el gobernador de Cuba contra Cortés que, como sabes, lo había desobedecido. Cortés salió a hacerle frente y dejó parte de su tropa en Tenochtitlan, bajo el mando de Pedro de Alvarado. Un día, los mexicas nobles se engalanaron para celebrar una fiesta en el Templo Mayor. Alvarado los atacó, por codicia, por temor o porque pensó que así los sometería.

Los mexicas sitiaron a los españoles. Días después de que Cortés regresó triunfante, Moctezuma murió. No se sabe si su muerte fue consecuencia de las heridas recibidas cuando lo llevaron a la azotea del palacio para que calmara a su pueblo y éste lo apedreó, o si fue asesinado por los españoles. Su hermano Cuitláhuac lo sucedió en el trono.

Una noche los españoles envolvieron en trapos los cascos de los caballos para huir sin hacer ruido. Pero fueron descubiertos. Dirigidos por Cuitláhuac, los mexicas los derrotaron. Más tarde los españoles llamaron a este episodio la Noche Triste. Se dice que Cortés lloró la derrota al pie de un ahuehuete.




La toma de Tenochtitlan

Cortés se repuso en Tlaxcala. Mientras, en Tenochtitlan se desató una epidemia de viruela. Cuitláhuac murió contagiado. Ocupó su lugar un valiente joven llamado Cuauhtémoc, que organizó al ejército y al pueblo, y fortificó la ciudad.

Cortés puso sitio a Tenochtitlan. Botó al lago trece pequeños barcos, llamados bergantines, con cañones. Destruyó los acueductos para cortar el agua. La ciudad resistió durante más de dos meses. El hambre, la sed y las enfermedades la azotaron. Casa por casa fue destruida. El 13 de agosto de 1521, Cuauhtémoc intentó retirarse para organizar la defensa en otra parte pero uno de los bergantines alcanzó su canoa y lo tomó prisionero.



La conquista espiritual

Con la caída de Tenochtitlan y las alianzas con diversos señoríos indígenas, los españoles se adueñaron del centro de lo que ahora es México. En los años siguientes fueron extendiéndose hacia el occidente, el sureste y el norte. Los territorios más difíciles de someter fueron los del norte, pues las tribus seminómadas de Árido América carecían de ciudades, estaban formadas por grandes guerreros y no querían cambiar su forma de vivir.

Los chichimecas atacaban a los españoles por sorpresa, en terreno pedregoso donde no pudieran perseguirlos a caballo. Iban desnudos y pintarrajeados y lanzaban una lluvia de fechas. Eran muy resistentes; pronto aprendieron a montar. Para pacificarlos, los españoles finalmente tuvieron que ofrecerles caballo, reses, ropa, y convencerlos de que vivieran en pueblos, que muchas veces fundaron con indígenas de otros lugares. Poco a poco surgieron ciudades, conventos, minas y haciendas. Algunas tribus conservaron su independencia hasta principios del siglo XX.

Los religiosos aprendieron las lenguas de la Nueva España, según llamó Cortés a las tierras conquistadas. En ellas predicaron, y publicaron vocabularios, gramáticas y catecismo. Estudiaron a la gente que querían convertir, para comprenderla mejor. Fundaron colegios para educar a los hijos de los señores, que al crecer gobernarían a su gente. Allí los niños aprendían la doctrina cristiana, española, latín, música y pintura.

Mientras tanto habían llegado varias órdenes religiosas: primero los franciscanos, dominicos y agustinos; más tarde los jesuitas. Bautizaron a miles de nativos en ceremonias masivas. Destruyeron templos, códices e imágenes indígenas, que consideraban obra del demonio. Querían sustituir con el cristianismo las antiguas creencias.







La colonización española y portuguesa

La primera etapa está dominada por los españoles y los portugueses y se inicia en el siglo XVI. Los primeros se establecieron a lo largo de casi tres siglos en un vasto territorio, que va desde la alta California y Florida, en el actual Estados Unidos, hasta el extremo sur de América. Los segundos ocuparon las costas de Brasil y empezaron la penetración al interior de esa región.

Los españoles y los portugueses impusieron en las nuevas tierras la religión católica, el idioma y las leyes de sus países de origen. Los territorios colonizados eran considerados un dominio de los reyes de España y de Portugal, quienes designaban a las autoridades que debían gobernar las colonias.

Muy pronto se inició en seas tierras un lento proceso de cambio racial y cultural. Los europeos, los pueblos indios y los africanos traídos a América se fueron mezclando, hasta que a finales del siglo XVIII los descendientes de esas uniones los mestizos- ya eran tan numerosos o más que los indígenas en Iberoamérica.

También cambiaron poco a poco las formas de vida y las costumbres. Las mezcla de influencias culturales produjo algo nuevo, que ya tenía rasgos propios. Aun quienes descendían de europeos, pero habían nacido y crecido en estas tierras, se sentían más americanos - como se llamaban entonces a los habitantes del continente- que españoles o portugueses.



La colonización inglesa y francesa

La segunda etapa se inicia n el siglo XVII, unos 100 años después de la primera. Es entonces cuando emigrantes de Inglaterra, Francia y en menor medida de Holanda establecieron colonias en el Caribe, en la costa atlántica de América del Norte y en las regiones cercanas a los Grandes Lagos, en lo que hoy son Canadá y Estados Unidos. Estos colonizadores tenían varios propósitos distintos: unos querían enriquecerse con el cultivo de plantas como el algodón y el tabaco, otros comerciar con las valiosas pieles de los animales de esa región y otros más vivir en paz y practicar libremente creencias religiosas que eran perseguidas en Europa.

En esas regiones no existían civilizaciones indígenas que avanzadas, ni zonas densamente pobladas. Los pueblos indios practicaban ahí la agricultura de aldea y la cacería intensa. Los colonizadores europeos casi no se mezclaron con estos pueblos, sino que los fueron expulsados de los territorios que ocupaban. Los nuevos pobladores conservaron los rasgos culturales de sus regiones de origen, pero también sentían que debían respetarse sus derechos y sus libertades.

Un maestro del arte: Leonardo Da Vinci








Leonardo Da Vinci
Nació en 1452 en la villa toscana de Vinci, hijo natural de una campesina, Caterina (que se casó poco después con un artesano de la región), y de Ser Piero, un rico notario florentino. Italia era entonces un mosaico de ciudades-estados como Florencia, pequeñas repúblicas como Venecia y feudos bajo el poder de los príncipes o el papa. El Imperio romano de Oriente cayó en 1453 ante los turcos y apenas sobrevivía aún, muy reducido, el Sacro Imperio Romano Germánico; era una época violenta en la que, sin embargo, el esplendor de las cortes no tenía límites.

A pesar de que su padre se casó cuatro veces, sólo tuvo hijos (once en total, con los que Leonardo acabó teniendo pleitos por la herencia paterna) en sus dos últimos matrimonios, por lo que Leonardo se crió como hijo único. Su enorme curiosidad se manifestó tempranamente, dibujando animales mitológicos de su propia invención, inspirados en una profunda observación del entorno natural en el que creció. Giorgio Vasari, su primer biógrafo, relata cómo el genio de Leonardo, siendo aún un niño, creó un escudo de Medusa con dragones que aterrorizó a su padre cuando se topó con él por sorpresa.





Consciente ya del talento de su hijo, su padre lo autorizó, cuando Leonardo cumplió los catorce años, a ingresar como aprendiz en el taller de Andrea del Verrocchio, en donde, a lo largo de los seis años que el gremio de pintores prescribía como instrucción antes de ser reconocido como artista libre, aprendió pintura, escultura, técnicas y mecánicas de la creación artística. El primer trabajo suyo del que se tiene certera noticia fue la construcción de la esfera de cobre proyectada por Brunelleschi para coronar la iglesia de Santa Maria dei Fiori. Junto al taller de Verrocchio, además, se encontraba el de Antonio Pollaiuollo, en donde Leonardo hizo sus primeros estudios de anatomía y, quizá, se inició también en el conocimiento del latín y el griego.



Juventud y descubrimientos técnicos

Era un joven agraciado y vigoroso que había heredado la fuerza física de la estirpe de su padre; es muy probable que fuera el modelo para la cabeza de San Miguel en el cuadro de Verrocchio Tobías y el ángel, de finos y bellos rasgos. Por lo demás, su gran imaginación creativa y la temprana maestría de su pincel, no tardaron en superar a las de su maestro: en el Bautismo de Cristo, por ejemplo, donde un dinámico e inspirado ángel pintado por Leonardo contrasta con la brusquedad del Bautista hecho por Verrocchio.

El joven discípulo utilizaba allí por vez primera una novedosa técnica recién llegada de los Países Bajos: la pintura al óleo, que permitía una mayor blandura en el trazo y una más profunda penetración en la tela. Además de los extraordinarios dibujos y de la participación virtuosa en otras obras de su maestro, sus grandes obras de este período son un San Jerónimo y el gran panel La adoración de los Magos (ambos inconclusos), notables por el innovador dinamismo otorgado por la maestría en los contrastes de rasgos, en la composición geométrica de la escena y en el extraordinario manejo de la técnica del claroscuro.

Florencia era entonces una de las ciudades más ricas de Europa; sus talleres de manufacturas de sedas y brocados de oriente y de lanas de occidente, y sus numerosas tejedurías la convertían en el gran centro comercial de la península itálica; allí los Médicis habían establecido una corte cuyo esplendor debía no poco a los artistas con que contaba. Pero cuando el joven Leonardo comprobó que no conseguía de Lorenzo el Magnífico más que alabanzas a sus virtudes de buen cortesano, a sus treinta años decidió buscar un horizonte más prospero.

Primer período milanés

En 1482 se presentó ante el poderoso Ludovico Sforza, el hombre fuerte de Milán por entonces, en cuya corte se quedaría diecisiete años como «pictor et ingenierius ducalis». Aunque su ocupación principal era la de ingeniero militar, sus proyectos (casi todos irrealizados) abarcaron la hidráulica, la mecánica (con innovadores sistemas de palancas para multiplicar la fuerza humana), la arquitectura, además de la pintura y la escultura. Fue su período de pleno desarrollo; siguiendo las bases matemáticas fijadas por León Bautista Alberti y Piero della Francesca, Leonardo comenzó sus apuntes para la formulación de una ciencia de la pintura, al tiempo que se ejercitaba en la ejecución y fabricación de laúdes.

Estimulado por la dramática peste que asoló Milán y cuya causa veía Leonardo en el hacinamiento y suciedad de la ciudad, proyectó espaciosas villas, hizo planos para canalizaciones de ríos e ingeniosos sistemas de defensa ante la artillería enemiga. Habiendo recibido de Ludovico el encargo de crear una monumental estatua ecuestre en honor de Francesco, el fundador de la dinastía Sforza, Leonardo trabajó durante dieciséis años en el proyecto del «gran caballo», que no se concretaría más que en una maqueta, destruida poco después durante una batalla.



Resultó sobre todo fecunda su amistad con el matemático Luca Pacioli, fraile franciscano que en 1494 publicó su tratado de la Divina proportione, ilustrada por Leonardo. Ponderando la vista como el instrumento de conocimiento más certero con que cuenta el ser humano, Leonardo sostuvo que a través de una atenta observación debían reconocerse los objetos en su forma y estructura para describirlos en la pintura de la manera más exacta. De este modo el dibujo se convertía en el instrumento fundamental de su método didáctico, al punto que podía decirse que en sus apuntes el texto estaba para explicar el dibujo, y no éste para ilustrar a aquél, por lo que Da Vinci ha sido reconocido como el creador de la moderna ilustración científica.

El ideal del saper vedere guió todos sus estudios, que en la década de 1490 comenzaron a perfilarse como una serie de tratados (inconclusos, que fueron recopilados luego en el Codex Atlanticus, así llamado por su gran tamaño). Incluye trabajos sobre pintura, arquitectura, mecánica, anatomía, geografía, botánica, hidráulica, aerodinámica, fundiendo arte y ciencia en una cosmología individual que da, además, una vía de salida para un debate estético que se encontraba anclado en un más bien estéril neoplatonismo.

Aunque Leonardo no parece que se preocupara demasiado por formar su propia escuela, en su taller milanés se creó poco a poco un grupo de fieles aprendices y alumnos: Giovanni Boltraffio, Ambrogio de Predis, Andrea Solari, su inseparable Salai, entre otros; los estudiosos no se han puesto de acuerdo aún acerca de la exacta atribución de algunas obras de este período, tales como la Madona Litta o el retrato de Lucrezia Crivelli. Contratado en 1483 por la hermandad de la Inmaculada Concepción para realizar una pintura para la iglesia de San Francisco, Leonardo emprendió la realización de lo que sería la celebérrima Virgen de las Rocas, cuyo resultado final, en dos versiones, no estaría listo a los ocho meses que marcaba el contrato, sino veinte años más tarde. La estructura triangular de la composición, la gracia de las figuras, el brillante uso del famoso sfumato para realzar el sentido visionario de la escena, convierten a ambas obras en una nueva revolución estética para sus contemporáneos.

A este mismo período pertenecen el retrato de Ginevra de Benci (1475-1478), con su innovadora relación de proximidad y distancia y la belleza expresiva de La belle Ferronière. Pero hacia 1498 Leonardo finalizaba una pintura mural, en principio un encargo modesto para el refectorio del convento dominico de Santa Maria dalle Grazie, que se convertiría en su definitiva consagración pictórica: La última cena. Necesitamos hoy un esfuerzo para comprender su esplendor original, ya que se deterioró rápidamente y fue mal restaurada muchas veces. La genial captación plástica del dramático momento en que Cristo dice a los apóstoles «uno de vosotros me traicionará» otorga a la escena una unidad psicológica y una dinámica aprehensión del momento fugaz de sorpresa de los comensales (del que sólo Judas queda excluido). El mural se convirtió no sólo en un celebrado icono cristiano, sino también en un objeto de peregrinación para artistas de todo el continente.

El regreso a Florencia

A finales de 1499 los franceses entraron en Milán; Ludovico el Moro perdió el poder. Leonardo abandonó la ciudad acompañado de Pacioli y tras una breve estancia en casa de su admiradora la marquesa Isabel de Este, en Mantua, llegó a Venecia. Acosada por los turcos, que ya dominaban la costa dálmata y amenazaban con tomar el Friuli, la Signoria contrató a Leonardo como ingeniero militar.

En pocas semanas proyectó una cantidad de artefactos cuya realización concreta no se haría sino, en muchos casos, hasta los siglos XIX o XX, desde una suerte de submarino individual, con un tubo de cuero para tomar aire destinado a unos soldados que, armados con taladro, atacarían las embarcaciones por debajo, hasta grandes piezas de artillería con proyectiles de acción retardada y barcos con doble pared para resistir las embestidas. Los costes desorbitados, la falta de tiempo y, quizá, las excesivas (para los venecianos) pretensiones de Leonardo en el reparto del botín, hicieron que las geniales ideas no pasaran de bocetos. En abril de 1500 Da Vinci entró en Florencia, tras veinte años de ausencia.

César Borgia, hijo del papa Alejandro VI, hombre ambicioso y temido, descrito por el propio Maquiavelo como «modelo insuperable» de intrigador político y déspota, dominaba Florencia y se preparaba para lanzarse a la conquista de nuevos territorios. Leonardo, nuevamente como ingeniero militar, recorrió los terrenos del norte, trazando mapas, calculando distancias precisas, proyectando puentes y nuevas armas de artillería. Pero poco después el condottiero cayó en desgracia: sus capitanes se sublevaron, su padre fue envenenado y él mismo cayó gravemente enfermo. En 1503 Leonardo volvió a la ciudad, que por entonces se encontraba en guerra con Pisa y concibió allí su genial proyecto de desviar el río Arno por detrás de la ciudad enemiga cercándola y contemplando la construcción de un canal como vía navegable que comunicase Florencia con el mar: el proyecto sólo se concretó en los extraordinarios mapas de su autor.

Pero Leonardo ya era reconocido como uno de los mayores maestros de Italia. En 1501 había causado admiración con su Santa Ana, la Virgen y el Niño; en 1503 recibió el encargo de pintar un gran mural (el doble del tamaño de La última cena) en el palacio Viejo: la nobleza florentina quería inmortalizar algunas escenas históricas de su gloria. Leonardo trabajó tres años en La batalla de Angheri, que quedaría inconclusa y sería luego desprendida por su deterioro. Importante por los bocetos y copias, éstas admirarían a Rafael e inspirarían, un siglo más tarde, una célebre de Peter Paul Rubens.



También sólo en copias sobrevivió otra gran obra de este periodo: Leda y el cisne. Sin embargo, la cumbre de esta etapa florentina (y una de las pocas obras acabadas por Leonardo) fue el retrato de Mona Lisa. Obra famosa desde el momento de su creación, se convirtió en modelo de retrato y casi nadie escaparía a su influjo en el mundo de la pintura. La mítica Gioconda ha inspirado infinidad de libros y leyendas, y hasta una ópera; pero poco se sabe de su vida. Ni siquiera se conoce quién encargó el cuadro, que Leonardo se llevó consigo a Francia, donde lo vendió al rey Francisco I por cuatro mil piezas de oro. Perfeccionando su propio hallazgo del sfumato, llevándolo a una concreción casi milagrosa, Leonardo logró plasmar un gesto entre lo fugaz y lo perenne: la «enigmática sonrisa» de la Gioconda es uno de los capítulos más admirados, comentados e imitados de la historia del arte y su misterio sigue aún hoy fascinando. Existe la leyenda de que Leonardo promovía ese gesto en su modelo haciendo sonar laúdes mientras ella posaba; el cuadro, que ha atravesado no pocas vicisitudes, ha sido considerado como cumbre y resumen del talento y la «ciencia pictórica» de su autor.

De nuevo en Milán: de 1506 a 1513

El interés de Leonardo por los estudios científicos era cada vez más intenso: asistía a disecciones de cadáveres, sobre los que confeccionaba dibujos para describir la estructura y funcionamiento del cuerpo humano. Al mismo tiempo hacía sistemáticas observaciones del vuelo de los pájaros (sobre los que planeaba escribir un tratado), en la convicción de que también el hombre podría volar si llegaba a conocer las leyes de la resistencia del aire (algunos apuntes de este período se han visto como claros precursores del moderno helicóptero).

Absorto por estas cavilaciones e inquietudes, Leonardo no dudó en abandonar Florencia cuando en 1506 Charles d'Amboise, gobernador francés de Milán, le ofreció el cargo de arquitecto y pintor de la corte; honrado y admirado por su nuevo patrón, Da Vinci proyectó para él un castillo y ejecutó bocetos para el oratorio de Santa Maria dalla Fontana, fundado por aquél. Su estadía milanesa sólo se interrumpió en el invierno de 1507 cuando, en Florencia, colaboró con el escultor Giovanni Francesco Rustici en la ejecución de los bronces del baptisterio de la ciudad.

Quizás excesivamente avejentado para los cincuenta años que contaba entonces, su rostro fue tomado por Rafael como modelo del sublime Platón para su obra La escuela de Atenas. Leonardo, en cambio, pintaba poco dedicándose a recopilar sus escritos y a profundizar sus estudios: con la idea de tener finalizado para 1510 su tratado de anatomía trabajaba junto a Marcantonio della Torre, el más célebre anatomista de su tiempo, en la descripción de órganos y el estudio de la fisiología humana. El ideal leonardesco de la «percepción cosmológica» se manifestaba en múltiples ramas: escribía sobre matemáticas, óptica, mecánica, geología, botánica; su búsqueda tendía hacia el encuentro de leyes funciones y armonías compatibles para todas estas disciplinas, para la naturaleza como unidad. Paralelamente, a sus antiguos discípulos se sumaron algunos nuevos, entre ellos el joven noble Francesco Melzi, fiel amigo del maestro hasta su muerte. Junto a Ambrogio de Predis, Leonardo culminó en 1508 la segunda versión de La Virgen de las Rocas; poco antes, había dejado sin cumplir un encargo del rey de Francia para pintar dos madonnas.

Ultimos años: Roma y Francia

El nuevo hombre fuerte de Milán era entonces Gian Giacomo Tivulzio, quien pretendía retomar para sí el monumental proyecto del «gran caballo», convirtiéndolo en una estatua funeraria para su propia tumba en la capilla de San Nazaro Magiore; pero tampoco esta vez el monumento ecuestre pasó de los bocetos, lo que supuso para Leonardo su segunda frustración como escultor. En 1513 una nueva situación de inestabilidad política lo empujó a abandonar Milán; junto a Melzi y Salai marchó a Roma, donde se albergó en el belvedere de Giulano de Médicis, hermano del nuevo papa León X.

En el Vaticano vivió una etapa de tranquilidad, con un sueldo digno y sin grandes obligaciones: dibujó mapas, estudió antiguos monumentos romanos, proyectó una gran residencia para los Médicis en Florencia y, además, trabó una estrecha amistad con el gran arquitecto Bramante, hasta la muerte de éste en 1514. Pero en 1516, muerto su protector Giulano de Médicis, Leonardo dejó Italia definitivamente, para pasar los tres últimos años de su vida en el palacio de Cloux como «primer pintor, arquitecto y mecánico del rey».

El gran respeto que Francisco I le dispensó hizo que Leonardo pasase esta última etapa de su vida más bien como un miembro de la nobleza que como un empleado de la casa real. Fatigado y concentrado en la redacción de sus últimas páginas para su tratado sobre la pintura, pintó poco aunque todavía ejecutó extraordinarios dibujos sobre temas bíblicos y apocalípticos. Alcanzó a completar el ambiguo San Juan Bautista, un andrógino duende que desborda gracia, sensualidad y misterio; de hecho, sus discípulos lo imitarían poco después convirtiéndolo en un pagano Baco, que hoy puede verse en el Louvre de París.

A partir de 1517 su salud, hasta entonces inquebrantable, comenzó a desmejorar. Su brazo derecho quedó paralizado; pero con su incansable mano izquierda Leonardo aún hizo bocetos de proyectos urbanísticos, de drenajes de ríos y hasta decorados para las fiestas palaciegas. Su casa de Amboise se convirtió en una especie de museo, plena de papeles y apuntes conteniendo las ideas de este hombre excepcional, muchas de las cuales deberían esperar siglos para demostrar su factibilidad e incluso su necesidad; llegó incluso, en esta época, a concebir la idea de hacer casas prefabricadas. Sólo por las tres telas que eligió para que lo acompañasen en su última etapa, la Gioconda, el San Juan y Santa Ana, la Virgen y el Niño, puede decirse que Leonardo poseía entonces uno de los grandes tesoros de su tiempo.

El 2 de mayo de 1519 murió en Cloux; su testamento legaba a Melzi todos sus libros, manuscritos y dibujos, que éste se encargó de retornar a Italia. Como suele suceder con los grandes genios, se han tejido en torno a su muerte algunas leyendas; una de ellas, inspirada por Vasari, pretende que Leonardo, arrepentido de no haber llevado una existencia regido por las leyes de la Iglesia, se confesó largamente y, con sus últimas fuerzas, se incorporó del lecho mortuorio para recibir antes de expirar, los sacramentos.